La yunsa.

Hola,

Para los que vengáis de leer el anterior artículo, quedé en explicaros que es la yunsa. Bien, vamos allá.

La yunsa es una fiesta típica del Perú que se celebra para carnavales. En resumen consiste en que todo el pueblo, o barrio, que celebra la yunsa baila alrededor de un árbol al que se le han colgado juguetes, útiles de cocina, ropa, y regalos varios en sus ramas. Durante el baile se pasa de mano en mano un hacha para que cada participante golpee la base del árbol hasta que éste es talado por completo.

El "afortunado" que tala el árbol es el encargado de organizar, y pagar, la yunsa del año siguiente.

Esta es en resumen la ceremonia de la yunsa. Ahora bien, explicaba en el anterior artículo el gran honor del que se nos hizo partícipes al no sólo dejarnos participar en la yunsa, sino al ser los protagonistas de ella.

Cada uno de los que visitamos Pucutu fuimos engalanados con el traje típico del pueblo y obsequiados con una pareja autóctona. Así pues, catalán y pucutense armonizados, comenzamos a dar vueltas alrededor de un árbol del que colgaban globos, ollas, cucharas, cochecitos de plástico, palanganas, trapos de cocina, caramelos, y un sinfín de artículos y artilugios preparados para el disfrute de todos los que esperaban pacientes la caída del chopo. El baile comenzó sobre las seis de la tarde y finalizo cerca de las nueve y media. A las primeras embestidas ya se hizo patente nuestra nulidad absoluta con el hacha y fue en todas las parejas la parte nativa más hábil con la herramienta que la foránea. Así, si en una pareja estaba uno de nosotros con una chica de Pucutu, la que talaba como un hombre era ella y el que no sabía ni coger el hacha éramos nosotros. Ese aspecto pareció divertir mucho al pueblo..., más incluso que nuestras pintas.



La verdad es que fue una noche mágica, de esas que no se olvidan, porque no solo nos reiremos toda la vida al recordar lo que hizo éste o aquel, si el Jaume casi se taló su propia pierna en la primera embestida, o si al Jorge le llegaba el traje por encima de las rodillas, además de todo esto nos quedó esa marca grabada con la emoción verdadera que sólo dejan los recuerdos directos al corazón. Fue una de esas noches que se tatúan en la piel del cuerpo emocional con tinta indeleble y tras la cual, nunca vuelves a ser el mismo.

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